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La República Checa selló su billete a cuartos de final después de vencer por la mínima a la anfitriona Polonia, que se marcha de la Eurocopa sin una sola victoria y con la sensación de haber perdido una oportunidad única de pasar a las eliminatorias finales.
El cuento de la derrota polaca fue un calco al del resto de sus encuentros. Inicio fulgurante, serias ocasiones en la primera media hora y bajón físico tremendo a partir de entonces.
La República Checa, que en al inicio se conformó con el empate, dio un paso adelante en cuanto la victoria de Grecia ante Rusia le obligaba a ganar. Sin Rosicky, pero con más temple que su rival, se adueñó del encuentro para hacerlo suyo hasta que Jiracek, a veinte minutos para el final, anotó el tanto definitivo.
Polonia solo tenía un camino para conseguir el billete a cuartos. Empujado por 35.000 compatriotas con una sola idea en la cabeza, la victoria, el equipo polaco volvió a ofrecer una media hora inicial digna de la mejor anfitriona, digna de una de las ocho mejores selecciones del continente.
El problema, como ante Grecia y Rusia, fue que ese nivel se diluyó hasta convertirse en un equipo totalmente inocuo. Del todo a la nada en cuanto la gasolina falla o el ambiente deja de asustar al rival.
El dominio -y desgaste- de los futbolistas polacos en la primera media hora fue abrumador. El ritmo de su presión ahogó la salida de balón checa, ciega sin Rosicky, y las ocasiones sobre la meta de Cech se fueron sucediendo sin éxito final. Dudka, Obraniak, Blaszczykowski, Lewandowski, Boenisch, Polanski... ninguno acertó en sus remates sobre la portería checa. Y ahí murió la fe polaca.
Cambio de guión
El chaparrón inicial de los chicos de Smuda dio paso a otro, puramente atmosférico, que cambió el sentido del encuentro. La lluvia frenó a los anfitriones y avivó los temores de su público. Su selección no tenía el fuelle del principio y Smuda tampoco encontró solución en el banquillo. El esférico era checo y las ocasiones del primer periodo habían desaparecido.
Las noticias que llegaban desde Varsovia condicionaron la segunda mitad. Con el triunfo de Grecia, a la República Checa ya no le bastaba el empate y la contención inicial se transformó en una búsqueda decidida de la victoria. Sivok tuvo el gol en un cabezazo a bocajarro pero sería Jiracek, a menos de veinte minutos para el final, quien sellara el triunfo checo después de recortar a Wasilewski y batir a Tyton.
En la última jugada del encuentro, un chut de Blaszczykowski pudo fijar el empate en el luminoso de Wroclaw, pero Kadlec evitó de cabeza el tanto en la misma línea de gol. Un disparo que habría dejado fuera a la República Checa en beneficio de Rusia pero que no llegó a cambiar la historia de la Eurocopa.