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Un lío en la defensa blaugrana.

El Barça está sufriendo una nueva época de defensas lesionados, el último, Piqué ante el Spartak, tras la lesión de Puyol el Sábado pasado en Getafe.

Hace 11 años por unsko
Puyol en el momento de retirarse del terreno de juego

Imagen subida por: templario2009

En los últimos años, el Barcelona pocas veces tuvo que tirar de actos de fe. Casi siempre le bastó con el juego para salvar obstáculos. El problema de vencer tras demostraciones casi homéricas, y bien lo sabe el Real Madrid, es que, tras ese estético arrebato, quizá se escondan también ciertos problemas estructurales de los que quizá no hablen esas crónicas 'reventadas' a destiempo.

El triunfo del Barcelona ante el Spartak de Moscú, siempre clave para una jornada inaugural de la Liga de Campeones, sirvió para confirmar que Tito Vilanova sigue conociendo la frontera entre la valentía y la temeridad. Ayer, justo cuando el combativo equipo de Unai Emery se avanzó en el marcador y más a gusto se sentía en la suerte del contragolpe, el técnico azulgrana, con un atasco de proporciones bíblicas en la construcción, optó por rescatar el siempre discutido 3-4-3. Insistió para ello en el dubitativo Song como líder de una defensa a la que un único hombre, el volcánico Emenike, había dejado continuamente en evidencia. El plan le salió de perlas a un Vilanova que, al igual que Del Bosque, parece tener la gran capacidad de intervenir en los partidos siempre a tiempo.

Sin embargo, el agónico triunfo ante el séptimo clasificado de la liga rusa deja tras de sí alguna que otra incógnita. El entramado defensivo sigue sin funcionar en un equipo que ha encajado goles en todos los partidos del curso, excepto contra el Valencia. Ya sea porque Sergio Busquets, todavía sin fondo, sigue jugando un par de pasos más avanzado y no alcanza a escoltar a la retaguardia, ya sea por la pandemia de lesiones en el centro de la zaga, puesto maldito las últimas temporadas y donde suelen habitar centrocampistas en vez de centrales.

Dijo Tito Vilanova tras aquella primera parte en la vuelta de la Supercopa en el Bernabéu en la que el Real Madrid bien pudo haberse dado un festín que el Barcelona necesita centrales capacitados para jugar con un océano de 50 metros a su espalda. Sin los lesionados Piqué y Puyol, el técnico, que mantiene en barbecho a los canteranos Bartra y Fontàs -dos futbolistas que conocen mejor que nadie la idiosincrasia del juego-, echó ayer mano de Alex Song. Futbolista al que de nada sirven sus experiencias como defensa en el Arsenal y condenado ayer a que se le vieran las costuras, priorizando siempre el choque a la carrera en sus duelos al sol con el rival. Habrá que ver si el camerunés, simplemente, pagó la novatada o si, como todo apunta, donde tiene que exprimir sus cualidades -que no son pocas- es en el centro del campo, con tendencia a echarse al monte.

Mientras en la zona atacante los canteranos fluyen con total naturalidad (ya se llamen Cuenca, Tello o Deulofeu, que comienza a entrar en las listas), no ocurre lo mismo con los defensas de La Masía, a los que les cuesta un mundo integrarse en el equipo. Andreu Fontàs, pese a su grave lesión, ya había quedado condenado el curso pasado por culpa de una tarde desafortunada en Anoeta en la que el Barcelona se encontró con un empate. En verano, ya recuperado, no encontró una salida y ahora parece destinado a la indiferencia hasta que vuelva a abrirse el mercado.

En cuanto a Marc Bartra, que siempre pasó por ser el futuro líder de la zaga y al que se le reconocen todas las virtudes que debe tener un defensa en el Barcelona, sigue sin jugar un solo minuto. Hasta el punto de que el mito hace tiempo que devoró a la realidad. Quizá haya llegado ya el momento de ver hasta dónde puede llegar el chico y de que el equipo juegue por fin con centrales que son centrales. Porque los disfraces no quedan bien a todo el mundo.

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