Saber ganar, saber perder

Tras un fin de semana para el recuerdo en lo futbolístico con la vuelta a Primera del Granada CF tras treinta y cinco años, cabe una reflexión sobre el rosario de disparates que han podido escucharse y observarse una vez concluido el enfrentamiento entre Elche y Granada en el Martínez Valero. Hay que dejar claro, ya desde estas primeras líneas, que tan culpables son ciertas personas del Granada como ciertos señores del Elche, porque en el fútbol, como en la vida misma, hay que saber ganar pero también saber perder.

Hace 12 años por granadinistasoy
Pina y Fabri GRANADA

Pina debe aprender mucho de Fabri

Tras un fin de semana para el recuerdo en lo futbolístico con la vuelta a Primera del Granada CF tras treinta y cinco años, cabe una reflexión sobre el rosario de disparates que han podido escucharse y observarse una vez concluido el enfrentamiento entre Elche y Granada en el Martínez Valero. Ayer, en la crónica en la que retraté con palabras los festejos del Granada en su regreso a Primera División, ya hice referencia a los penosos gritos que se escucharon por parte de algunos miembros del Granada C. F. en referencia al Elche, su técnico y su afición. Entonces, como se decía en aquella noticia, no era el momento de dar profusión a todo eso. Sí lo es ahora, si bien hay que dejar claro, ya desde estas primeras líneas, que tan culpables son ciertas personas del Granada como ciertos señores del Elche, porque en el fútbol, como en la vida misma, hay que saber ganar pero también saber perder.

El Elche no supo perder. La actitud y declaraciones de su técnico y consejero delegado, la invasión de campo de unos cuantos energúmenos con agresiones a futbolistas rojiblancos y las bárbaras acciones cometidas sobre algunos de los autobuses de aficionados granadinos que acudieron a Elche, son parte de un triste espectáculo post-partido que debe avergonzar a la entidad ilicitana, un histórico del fútbol español que no merece tal técnico, tal representante ni tales tipos de forofos, que en modo alguno deben representar a una fiel afición que ha padecido también periplos de sufrimientos por los campos de 2ª y 2ª B. No hay nada que justifique las palabras y los actos dirigidos hacia los rivales deportivos una vez que la eliminatoria estaba acabada y el resultado era inamovible. Puede que Bordalás considere que su homólogo en el Granada, Fabri, es un entrenador, según su criterio, de regional, pero sus palabras y actitudes, no sólo durante el partido de ayer, sino ya desde las propias declaraciones efectuadas en su visita liguera a Los Cármenes, lo sitúan en categorías aún inferiores a la por él deseada para el gallego, y desacreditan una labor de trabajo posiblemente valiosa con la que casi ha conseguido el ascenso para el Elche.

Pero si saber perder es difícil, sobre todo cuando se ha nadado tanto y el ahogo ha llegado prácticamente arribando a la orilla, saber ganar también es complicado y requiere ante todo de señorío. Esta última virtud parece que cada vez es menos dada entre los dirigentes de nuestro fútbol, y por desgracia, parece que de ella carece el señor Pina, de cuya gestión deportiva el granadinismo está y le estará eternamente agradecido. Si no hubiera sido por él, sin duda, el Granada no estaría ahora saboreando estas mieles tan dulces. Él es el artífice de este éxito y por eso toda Granada y el granadinismo le rinde honores y se lo agradecerá de por vida. Sin embargo se equivoca Quique Pina y mucho si piensa que eso le da un cheque en blanco a partir de ahora. Representar al 'histórico' Granada C.F. significa ser un dirigente modélico, sensato y humilde. Hay que desterrar la prepotencia, la chulería y los malos modos. Cuando habla el presidente del Granada C.F., es decir, Quique Pina, habla la institución, sus socios, abonados, patrocinadores y aficionados y Pina debe dejar atrás su condición de aficionado más porque el presidente del Granada no es un aficionado más. Es mucho más.

No es de recibo que un día después de pasados los tristes acontecimientos del Martínez Valero al término de la eliminatoria del ascenso, el máximo representante de la Junta del Granada CF prenda la llama de los improperios micrófono en mano, tanto en el estadio como en el balcón del consistorio. Es auténticamente impresentable que se incite al insulto de personas concretas, por muy deplorables que fueran las actitudes de éstas hacia el Granada CF, su entrenador, jugadores y directivos, y todavía más deplorable que se jaleen insultos a toda una afición y a un club como el Elche, con el que se puede competir antes que tarde (bien en Copa del Rey o en liga profesional en próximas temporadas), y con el que nunca ha habido ni una especial rivalidad ni asuntos comunes que justifiquen tanto encono en las disputas orales. Los equipos deben medirse en el campo, exclusivamente, y los representantes de los mismos jamás deben incitar ni al odio ni al insulto gratuito. Para eso ya están los cafres de turno, a los que por cierto no se debe erigir en representantes de toda una afición. Ya lo reflejé en las sendas luces rojas de los semáforos que han puesto luces a los dos partidos de la final por el ascenso a Primera. A los que fomentan el odio, consienten entre ellos a violentos a los que protegen y camuflan, ni se les puede proteger, ni dar cobertura, ni apoyar. Todo ello es un error cuyas consecuencias más pronto que tarde sufrirá el club y el resto de su sensata afición.

Igualmente no debe aprovecharse la posición de ventaja dada por un triunfo deportivo para admitir bochornosos espectáculos protagonizados por jugadores que pierden su gran crédito como futbolistas en cuanto abren la boca. El club, si quiere de verdad ser de primera, debe controlar también este aspecto, y exigir de sus jugadores que hablen en el campo, y que dejen las actitudes soeces para los fanáticos indocumentados. Alguno volvió a demostrar porqué no está desde hace tiempo, pese a sus grandísimas facultades futbolísticas más arriba en el escalafón, y porqué ha tenido que purgar por campos de 2ª B no hace mucho tiempo. Esos futbolistas (más bien ese en concreto) tiene unas merecidas vacaciones para meditar en esto y aprovechar esta oportunidad que se le ha concedido para hacer ver que además de un grandísmo futbolista tan bien es una gran persona. Esperemios que así sea. Es en los triunfos cuando hay que demostrar la generosidad y la humildad. Fue precisamente el personaje focalizador de todos los improperios vertidos por los ilicitanos, Fabri, el que mejor demostró mantener una calma señorial, no entrando al trapo de declaraciones que deben formar ya parte de un pasado para olvidar.

Si queremos que los desencuentros con las instituciones formen también parte de lo mismo, hay que saber tender la mano, ser generosos ahora que se ha demostrado que se sabe hacer bien las cosas deportivamente, y cuando muchas de las reclamaciones hechas son ya un clamor asumido por la afición y buena parte de la ciudadanía. Es incomprensible la dejadez hacia el proyecto rojiblanco mostrada por todas las instituciones públicas y buen parte de las entidades empresariales granadinas. Pero no se puede desde el balcón municipal colaborar en lo más mínimo a situaciones de abucheos y críticas populistas realizadas desde una masa manipulable, por más que asistan razones para reprochar posicionamientos tibios, cuando no nulos, en el apoyo al proyecto futbolístico. A la directiva del Granada la legitima su trabajo deportivo y el apoyo conseguido de la afición, pero no debe olvidar que el alcalde es el legítimo representante democrático de los granadinos, elegido por la mayoría de ellos, y aunque el consistorio no se haya caracterizado en los últimos tiempos por un atisbo de solvencia en la búsqueda de soluciones que permitan generar recursos para el club, desde el balcón de la casa de todos los granadinos, cuando se ha sido invitado a ella, hay que saber tender puentes y no agrandar abismos. A Pina le avalan sus resultados deportivos, pero le pierden nuevamente sus formas. A las instituciones granadinas, y no sólo a su consistorio, les sobran las formas y las buenas intenciones y las desacreditan, por ahora, sus escasas realidades.

Si queremos que lo conseguido no sea flor de un día, que el proyecto se consolide en Primera y y sea seguido masivamente en los próximos años, hay que buscar la unidad de todos desde el respeto y la humildad.

No debemos quedarnos, sin embargo, con lo negativo puesto que Pina ha debido pedir consejo al bueno de Fabri, que pareció de los pocos que disfrutaba serenamente del éxito, y después del bochornoso espectáculo ofrecido desde el balcón municipal en una celebración donde lo chabacano superó a lo emotivo, ha comenzado ya a pedir públicas disculpas a todos los que puedan haberse ofendido por las imbecilidades vertidas el domingo, fruto de una euforia muy mal entendida. La gente inteligente suele hacerlo, sobre todo cuando en ello les va el definitivo buen puerto de sus legítimas ansias de negocio. Para ser auténticamente de Primera, hay también que dar un salto cualitativo en el saber ganar. Pina ha comenzado a rectificar. Estamos en el buen camino. Así, sí.