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El plan del Dormund era robarle la redonda al Bayern en la mitad de la cancha. Por eso salía con este equipo, plagado de mediocampistas: Weidenfeller, Piszczek, Subotic, Hummels, Schmelzer, Gündogan, Kehl, Blaszczykowski, Grosskreutz, Kagawa y Lewandowski. La dupla de ataque con el japonés Kagawa y el implacable Lewandowski era la esperanza del Dortmund. Por el otro lado, el Bayern separaba así: Neuer, Lahm, Boateng, Badstuber, Alaba, Luiz Gustavo, Schweinsteiger, Robben, Kroos, Ribéry y Mario Gomez. La ya conocida electricidad de este equipo era la apuesta.
En el principio del partido, el Munich atacaba más, pero en la primera llegada franca, el Borussia estampó el 1-0. Kagawa, la joya asiática apareció por sorpresa e infló la red. El Bayern seguía insistiendo y encontró un penal. Robben lo cambió por gol y a los 21 minutos, todo estaba como al principio.
A partir de allí, fue golpe a golpe. Ambos tenían claras, pero la alegría llegaría para uno solo. Derribó Alaba a Kuba Blaszczykowski dentro del área y penal para el Dormund. Hummels lo cobró con serenidad. 2-1.
A los 46 minutos se quebró el partido. Kagawa metió un pase genial para Lewandowski, quien puso el 3-1. Ya en la segunda mitad, el mismo Lewandowski iba a marcar el cuarto y comenzar a sentenciar la historia. Ribbery descontó a los 75 minutos ¿Renacía la esperanza? Nada de eso dijo Lewandowski, quien a los 82 minutos selló el 5-2. Pitazo final y un golpe a la historia. Las vitrinas del Borussia Dortmund tienen una nueva conquista para exhibir.