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Algo grande tiene que pasar en un partido para que acabe 4-3. El Real Sociedad-Sevilla de este domingo fue un espectáculo absolutamente inclasificable, un caballo desbocado que acabó domando Xabi Prieto con un postrero testarazo cuando la moneda seguía de canto, porque las ocasiones se sucedían en una y otra puerta.
Visto así, el duelo ha sido una fiesta total. Un canto al fútbol ofensivo que debería prodigarse más en una Liga abonada a los tostones. Lástima que tuviera que haber un perdedor, porque ninguno de los dos mereció tanto castigo tras su generoso esfuerzo.
Puestos a poner un pero, pondremos la lupa en el ínclito colegiado del encuentro, un Fernando Teixeira Vitienes que pitó dos penaltis más que discutibles y se comió otro tan claro que debería acabar con sus huesos en la famosa nevera, porque no es de recibo que nadie vea, ni árbitro ni asistente, la clamorosa patada de Rulli a Diogo que, dicho sea de paso, conllevaba la evidente expulsión del cancerbero argentino.
Dicho esto, ¿perdió el Sevilla por el arbitraje? Habrá quien piense así pero es justo y necesario recordar que los nervionenses llegaron a ponerse por delante en el marcador a falta de 12 minutos y que sólo sus lagunas ofensivas y la corajuda reacción local propiciaron la postrera remontada txuri urdin.
Esas lagunas llevan en esta ocasión un nombre propio, el de Alejandro Arribas, que firmó un duelo desastroso en Anoeta. El central madrileño quedó grotescamente retratado en el 1-0 y remató la faena anotando en propia puerta el determinante empate a tres con un despeje que sintetiza las limitaciones de un jugador que no está a la altura del Sevilla.
Bien lo sabe Emery, que ha contado con él en muy pocas ocasiones pero esta vez se veía obligado por las circunstancias. Para la próxima, lo mismo se lo piensa dos veces.
La Real no jugó del todo bien. Ya sé que suena casi ofensivo decir esto cuando un equipo ha marcado cuatro goles pero lo cierto es que los pupilos de David Moyes se vieron superados por el empuje del Sevilla durante buena parte del partido.
De hecho, los rojiblancos acumularon más ocasiones, incluidos dos tiros a los palos en apenas un minuto cuando los de Emery buscaban el segundo empate de la lluviosa mañana en Donosti.
La Real, eso sí, demostró esa raza que saca a pasear en contadas ocasiones y suele coincidir con la visita de los grandes a su feudo. Esta vez tiene el mérito añadido de hacerlo sin Carlos Vela, sin el que no sabía ganar en esta Liga. Hasta ahora.
El Sevilla, refrescado por las rotaciones de Emery, salió mejor y prontó empezó a acumular oportunidades, pero fue la Real el que acertó de pleno en su primera chance del encuentro. Fue tras un centro de Zaldua que Agirretxe remató de volea de forma inapelable mientras Arribas cazaba mariposas a su alrededor.
La confianza del tanto acabó mejorando a una Real que casi marca de nuevo en un mano a mano que Canales desperdició con una 'cuchara' fallida ante la salida a la desesperada de Sergio Rico.
El Sevilla, en cambio, acabó viendo la luz en su octavo saque de esquina del primer acto, cuando Kolo cabeceó a las mallas en el primer palo el lanzamiento cerrado de Deulofeu.
La segunda parte fue un vaivén de goles y emociones. Demasiadas cosas para resumirlas en esta crónica so pena de hacerla interminable, así que mejor vean las imágenes. Allí verán los cinco goles, los tres penaltis -incluido el que no se pitó-, los tiros al palo y la sucesión de ocasiones que hicieron de estos 45 minutos un tremendo homenaje al fútbol espectáculo.
Al final, la Real sumó tres puntos de fe que le alejan de forma considerable de la zona caliente de la clasificación mientras que el Sevilla se aleja de forma peligrosa de su sueño Champions. Eso sí, esta vez no habrá un sólo nervionense que ponga un pero a la entrega de los suyos.