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Imagen subida por: ogrove
Cuando el Real Oviedo perdía 1-2 frente al Lugo en casa, el clima de decepción y pesimismo era evidente. La temporada estaba perdida, el equipo no valía para nada (opinión que un servidor compartía), la salvación era lo máximo a lo que aspiraba la plantilla y la solución era echara a Pacheta (los dos últimos no era partidario de ellos).
Ocho jornadas después, el ambiente es totalmente distinto. 17 puntos de 24 posibles y sólo cuatro goles encajados en ocho jornadas (en las cuatro primeras fueron diez los goles encajados). Si la estadística se reserva a los últimos cuatro partidos, el Real Oviedo ha sacado 10 puntos de 12 posibles y sólo ha encajado un gol en contra.
El Real Oviedo ha pasado en este tiempo de ser penúltimo empatado a puntos con el colista (1 punto) a estar a un sólo punto del ascenso (18 puntos).
Es costumbre de la afición Real Oviedo, poco acostumbrada a las alegrías, a lanzar las campanas al vuelo al primer síntoma de buen juego (o garra en este caso).
Pero a la siempre afición azul no se le puede cortar las alas, como ya dijo Pacheta. Que el equipo sea el que ponga los límites de la ilusión carbayona. Y ojalá se los ponga muy altos.
Mientras tanto, la fiel afición hará lo que mejor sabe: animar y aplaudir a su equipo.