Rafa Nadal completa en 2012 un decálogo de lesiones que hacen tambalear su carrera

Los planes no están saliendo según estaba previsto. Los plazos no se han cumplido. Rafa Nadal era consciente de que el último aviso que le habían mandado sus rodillas era serio y que no debía tener prisa. No era la primera vez que le fallaban. Ser uno de los mejores tenistas del mundo exige un ritmo muy alto de competición, un físico de acero y Rafa no es una máquina, es humano. Así lo demuestran las lesiones que salpican su dilatado palmarés y su meteórica carrera. La primera vez que se vio obligado a parar fue en 2003 y nueve años después, el tenista balear lleva seis meses sin empuñar una raqueta para competir. Las dudas que se desprenden de su último periodo de inactividad llevaron a pensar en una retirada prematura de las pistas de tenis pero Rafa sigue trabajando para no ampliar su decálogo de lesiones y volver a jugar en Acapulco aunque no descarta reaparecer en algún torneo anterior como es el de Viña del Mar (Argentina).

Las rodillas han sido una constante en sus lesiones más importantes ya que hasta en seis ocasiones ha tenido que pisar el freno a fondo para parar, recuperarse y volver a acelerar pero la primera vez que se alejó de las pistas fue por culpa de una fisura en el codo consecuencia de una caída que se produjo mientras entrenaba en Manacor y que le impidió debutar en Roland Garros, su primer ?Grand Slam?. La misma situación se produjo un año después cuando sufrió una fisura en el escafoides del pie izquierdo: dijo adiós a la cita parisina, a Wimbledon y a los JJOO de Atenas. En 2005 llegó el primer gran susto. Un pequeño hueso del pie izquierdo le produjo una inflamación que le llevó a estar tres meses de baja; años después, en su autobiografía confesó que se planteó cambiar el tenis por el golf ya que los médicos no se mostraban muy optimistas y barajaban una retirada prematura. Un rumor que le ha acompañado siempre.

Aquel 2005 la tendinitis aparece en las rodillas y se ceba, especialmente, con la izquierda. Aun así, participa en el Masters de Madrid y se lleva el torneo. Un año después, el pie izquierdo vuelve a dar problemas y se pierde el Abierto de Australia. Después sería la espalda la que le forzaba a retirarse en Queen?s ante Hewitt pero logra alargar su reinado en Roland Garros y, por primera vez, alcanza la final de Wimbledon. En 2007 a sus problemas en el brazo izquierdo se unen las rodillas debido a la exigencia y al ritmo al que es sometido Nadal que a finales de año tuvo que volver a desmentir todos los rumores que apuntaban a su retirada. Después de ganar el oro olímpico en Pekín 2008 consigue liderar la clasificación ATP olvidándose de la tendinitis de su rodilla derecha que un año después se reproduce también en la izquierda. ¿El resultado? Cae en Roland Garros y es baja en Wimbledon y en Queen?s.


Un enfermedad crónica en la rodilla

En el último par de años, los problemas en sus rodillas han ido de la mano de sus éxitos. A pesar de tener que retirarse en los cuartos de Australia, en 2010 recuperó su corona en Roland Garros y la hizo extensible a Wimbledon y Estados Unidos y en 2011 consigue lidiar con los dolores del pie izquierdo. En el año que acaba, Rafa Nadal confesó que padece una enfermedad crónica conocida como Síndrome de Hoffa que le produce una inflamación de la zona de tejido graso que se extiende por debajo del tendón rotuliano. Un problema que lleva tratando desde 2005 con la terapia PRGF mediante la cual se infiltra plasma enriquecido con factores de crecimiento para acelerar la recuperación, cicatrización y regeneración de tejidos en la Clínica USP La Esperanza de Vitoria de la mano de Mikel Sánchez y Eduardo Anitua.

Rafa se ve obligado a parar para alargar su carrera y a medida que va cancelando su participación en los torneos tras caer en Wimbledon (Juegos Olímpicos de Londres, Toronto, Cincinnati, Estados Unidos, Abu Dabi, Doha y Australia) se va distanciando del mundo del tenis. Vuelven los rumores de la retirada pero en noviembre Nadal empuña una raqueta en los entrenamientos, vuelve a conectarse y cuando todo estaba a punto, una infección estomacal prolonga su baja de seis a ocho meses si, finalmente, reaparece en Acapulco.