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El fútbol idílico y su influencia en el rendimiento

Más allá de la fundamental defensa del Fair Play, más allá incluso de la deseable buena convivencia de un vestuario, en los mentideros del fútbol se ha instalado la sensación de que un equipo de fútbol es un escenario idílico donde si todos los compañeros no son íntimos amigos que se juntan a tomar cervezas los días libres es porque estamos ante una situación patológica y preocupante. Es decir, que en una plantilla de un equipo de fútbol no puede ocurrir lo que sí sucede en la práctica totalidad de los trabajos.

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La camiseta de Özil se transparenta bajo la de Ramos

De un tiempo a esta parte y alentado por la creciente tendencia sensacionalista (entiéndase como definición de una tendencia y no como un insulto) con la que muchos medios prorrumpen en la rivalidad entre Real Madrid y F.C. Barcelona, se están aireando desencuentros, discusiones y disputas supuestamente gravísimas. Últimamente la palma se la llevan la mala relación entre Ramos y Mourinho que se intuye como causa de la suplencia del central en Champions contra el City, y la bronca que Messi le endosó a Villa por un mal pase. Pero no es lo único que se echan en cara unos y otros: la hierática postura de Casillas en la celebración de los goles de su equipo, la falta de comunicación de Guardiola con sus jugadores, los clanes del vestuario del Real Madrid, las suplencias de Piqué la temporada pasada, la ruptura entre Cristiano Ronaldo y Marcelo por no decir el brasileño que el portugués merece el Balón de Oro, las marchas de los delanteros del Barça por supuesta petición de Messi, la camiseta de Özil que llevaba Ramos bajo la suya, en fin, un largo etcétera de reproches mutuos vía Puente Aéreo, un interminable e infantil y-tu-más.

Por supuesto que en los vestuarios de los equipos hay problemas y que algunos de los citados serán completamente ciertos y casi todos tendrán bases reales aunque luego sean exagerados. Es cierto incluso que algunos de estos conflictos influyen en el desarrollo del juego de un equipo. Es difícil discutir que en el Real Madrid no se respira buen rollo o que en el Barça lo que diga Messi va a misa, pero esas cosas siempre han existido en los equipos de fútbol por la sencilla razón de que existen en todos los grupos humanos que puedan darse en la sociedad, desde la empresa a la familia.

En Italia, la Lazio de Chinaglia a mediados de los años 70 tenía jugadores tan enfrentados entre sí que incluso algunos portaban pistola en el vestuario, o sin ir más lejos Robben apareció la temporada pasada con un ojo morado tras una discusión con Ribery. Incluso entre Barça y Real Madrid tras la altísima tensión de los cuatro duelos seguidos de hace un par de temporadas unieron fuerzas en la selección en una tangana jugando contra Chile.

Quiere todo esto decir que en los equipos de fútbol, como en cualquier otro grupo social, hay tensiones y desencuentros, pero que todo ello no es trascendente si en el campo todos buscan el objetivo común. Muchos equipos ganadores han triunfado sin buen ambiente en sus filas, que es un factor conveniente, pero nunca imprescindible. Sobre todo no es el fin del mundo, como algunos medios quieren hacer pensar.

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