A diferencia de lo que ocurre con casi todas las instituciones, la fundación de nuestro club no fue el principio de una historia gloriosa sino una nueva etapa de una colosal obra que había comenzado muchos años antes.
El martes 3 de noviembre de 1903 un grupo de jóvenes, docentes, alumnos y ex alumnos de un colegio rosarino, decidió rendir homenaje a un notable educador inglés que había llegado a esta parte del mundo 34 años antes y que a la vez fue pionero del fútbol en la Argentina: don Isaac Newell.
Aquel día, del que hoy se cumplen 107 apasionados años, la comunidad educativa del Colegio Comercial Anglo Argentino fundado por Isaac Newell en 1884 decidieron crear una institución que eternizara el apellido del querido maestro y así nació el Club Atlético Newell?s Old Boys, bajo el impulso entusiasta de sus ex alumnos, los ?viejos muchachos de Newell?.
Aquella ceremonia fundacional se celebró en el patio del colegio de la familia Newell, ubicado en la calle Entre Ríos 139, un lugar emblemático para la ciudad, ya que fue allí donde se jugó por primera vez al fútbol en Rosario y en el país. Por esa razón, el edificio que actualmente ocupa ese solar ?hoy perteneciente a la Escuela de Enseñanza Media Nº 431 General José de San Martín, el ex Colegio Nacional Nº 2? fue declarado en 2008 por el Concejo Municipal sitio histórico de la ciudad.
Entre quienes se convocaron aquel día en derredor de la fuente del patio del colegio para fundar el club estuvieron: Claudio Lorenzo Newell (el hijo mayor de Isaac, quien en 1900 había sucedido a su padre en la dirección del colegio), Víctor Heitz, Guillermo Moore, José P. Iriart, Wallace W. Wheeler, Armando Ginocchio, J. Galvet, Roberto R. Peroni, C. A. Barcelone, Deolindo Barcelone, José Vijande, Faustino González, Agapito Balbiani, B. Grawley, A. Fradua, A. Vabre, José Pinoto Viale, J. Calosso, Z. P. Zordi, A. Lyons Pats, B. Crawley, P. Ferrando y G. Remmy.
Como se aprecia por los apellidos, allí estaba representado todo el abanico de colectividades que por entonces habitaban Rosario. Eran hijos de trabajadores, profesionales y comerciantes. Había criollos, italianos, españoles, ingleses? Todo un amplio crisol de razas sin distinciones de ninguna especie.
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La última estrella. El Newell's campeón del Apertura 2004. Inolvidable 12 de diciembre en Avellaneda, con 40 mil hinchas rojinegros de visitante.
La historia oficial dice que los colores rojo y negro del escudo del flamante club se inspiraron en las banderas inglesa y alemana, las respectivas patrias de origen de Isaac y Anna. Pero no hay que dejar de señalar que a principios del siglo pasado enarbolar una bandera rojinegra era sinónimo de anarquismo o socialismo. Sinónimo de reclamos populares y de luchas obreras.
Por ello, y porque con la mera combinación de las banderas inglesa y alemana se pudieron haber obtenido otros colores muy distintos (por ejemplo, amarillo y blanco), no hay dudas que enarbolar la bandera rojinegra también fue un signo de rebeldía de aquellos alumnos y egresados que se identificaron con las luchas populares y las ideologías progresistas y libertarias de la época.
Víctor Heitz, oriundo de la ciudad de Las Rosas, fue el socio número uno y primer presidente de la institución, que plasmó los anhelos de quienes venían jugando desde hacía casi 20 años al fútbol en el patio del colegio de Newell.
Muchos de esos ex alumnos participaron también del primer clásico rosarino, el domingo 18 de junio de 1905 en la Plaza Jewell, que Newell?s Old Boys le ganó a RC por 1 a 0 con gol de Faustino González.
Aquella tarde Newell?s formó con J. Calosso; José Iriart y Deolindo Barcelone; Wallace Wheeler, Agapito Balbiani y G. Remmy; Víctor Heitz, Guillermo Moore, Faustino González, José Pinoto Viale y A. Lyons Pats. Todos ellos habían participado en la asamblea que decidió la fundación del club.
Pero a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los clubes, que son a partir de su fundación, los orígenes de la gloriosa historia de Newell se remontan mucho más allá en el tiempo y el hecho fundacional, precisamente, rindió tributo a esa historia de amor y pasión de un joven aventurero.
Por eso, nunca más apropiada la frase: ¡Newell?s Old Boys nació grande!
Cuando Newell conquistó Rosario
Todo había comenzado una lejana mañana de 1869, cuando el joven Isaac Newell, por entonces de 16 años de edad, desembarcó del buque que lo trajo desde su Inglaterra natal, en un muelle del Ferrocarril Central Argentino, sobre la calle Entre Ríos.
Isaac había nacido el 24 de abril de 1853 en la ciudad de Strood, distrito de Taylor?s Lane, condado de Kent, en el sudeste de Inglaterra. Hijo de Joseph Savage Newell y de Mary Ann Goodger, Isaac pasó su infancia repartiendo su tiempo entre los estudios primarios y los juegos por las calles de Strood y en la costa del río Medway, donde quizás comenzó a soñar con navegar a través del mar en busca de horizontes lejanos.
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Otra jornada gloriosa. El 9 de julio del 91, el Loco Bielsa llevado en andas tras la consagración en La Bombonera.
Lector apasionado de Charles Dickens ?quien vivió muchos años en Kent? y dotado de un invencible espíritu aventurero, Isaac debió sentirse un nuevo David Copperfield cuando, con tan sólo 16 años de edad, decidió dejar el hogar familiar para embarcarse como grumete en un buque de carga y pasajeros con rumbo la aventura.
En 1869, y después de vencer la resistencia de su madre, Isaac partió junto a unos amigos de su padre que viajaban hacia la Argentina. Cuando el buque en el que viajaba el joven Isaac amarró junto a uno de los muelles del naciente Ferrocarril Central Argentino, al comienzo de la calle Entre Ríos, Rosario vivía jornadas de intensa agitación.
Días antes había sido vetada la ley que trasladaba la capital de la República a Rosario. Poco después, ante la proximidad de unas elecciones, se balearon en las calles rosarinas los ?picanillas? (liberales) y los del ?Club Chocolate? (católicos).
Ese mismo año, a instancias del presidente de la República, Domingo Faustino Sarmiento, se realizó el primer censo en la Argentina, que reveló que el país tenía poco más de 1.800.000 habitantes (la provincia de Santa Fe tenía casi 90 mil habitantes).
Lo cierto es que Isaac remontó la calle Entre Ríos y golpeó a la puerta de la casona de don Guillermo Wheelwright, el norteamericano que impulsó el ferrocarril en esta zona del país. Isaac traía una carta de recomendación de su padre para Wheelwright (ambos eran masones), quien le dio empleo como telegrafista del ferrocarril.
Isaac se inscribió, además, como alumno del Colegio Nocturno que funcionaba junto a la iglesia metodista, en la esquina de Salta y Progreso, actual Mitre, ambos atendidos por el reverendo Tomás B. Wood.
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Condorito Ramos, máximo goleador de Newell's con 104 gritos en 252 partidos.
Terminado sus estudios, Newell trabajó como telegrafista en el Ferrocarril Central Argentino, luego en la inspección general del Telégrafo Trasandino, en Villa María y, a continuación, fue nombrado jefe de telégrafos de San Luis.
Mientras se encontraba en Villa María, en 1873, recibió la noticia del deceso de su protector Wheelwright y, dos años después, decidió regresar a Rosario.
Entonces Isaac volvió al colegio del reverendo Wood para perfeccionar sus estudios en inglés y otras materias. Allí conoció a Anna Margarita Jockinsen, una bella alumna alemana, con quien se casó el 4 de diciembre de 1876.
Ambos se recibieron de profesores de inglés en 1878, y trabajaron en el Colegio Anglicano, anexo a la iglesia San Bartolomé, en Urquiza y Paraguay. El mismo año de la graduación, el 26 de mayo, nació el primer hijo del matrimonio Newell, Claudio Lorenzo. Luego nacerían dos niñas: Liliana y Margarita.
En 1884, Isaac y Anna decidieron instalar su propio establecimiento educativo; lo hicieron con el nombre de Colegio Comercial Anglo Argentino, precisamente en el domicilio donde había sido alojado el joven aventurero, el día de su desembarco en Rosario, 15 años atrás.
Isaac alquiló aquella casona, administrada entonces por los herederos de Wheelwright, hasta que pudo comprarla gracias a un crédito bancario (el primero que otorgó el flamante Banco Provincial de Santa Fe).
Como se proponía, al principio, impartir enseñanza primaria, contrató a dos maestras normales oriundas de Francia, las señoritas Clemencia y Emilia Saint Girons, con cuyo respaldo el establecimiento pudo funcionar y obtener luego autorización para implantar la enseñanza secundaria, mediante su incorporación al Colegio Nacional y a la Escuela Nacional de Comercio, al tiempo que Isaac bautizaba su instituto con el nombre de Colegio Mercantil Anglo Argentino y completó el cuerpo de profesores con su esposa, con su hija Liliana y Catalina Venzel de Hum ?la primera profesora de piano que tuvo el colegio?. A esta última la reemplazó después Ernesto Benítez, quien tocaba, además, admirablemente el violín.
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La leyenda leprosa. El Tata Martino, el jugador con más presencias en la historia de Newell's.
También integró el cuerpo docente el contador Ricardo Edwards, amigo y socio del fundador, quien tuvo a su cargo la enseñanza del álgebra y contabilidad. Actuó, por otra parte, desde el principio, la señorita Catalina Dodd, que luego sería la esposa de Claudio Newell, el hijo mayor de don Isaac y, a la vez, profesor del Colegio. Se incorporaron, paulatinamente Mr. Noolan en la cátedra de inglés; Guillermo Erausquin en la de dibujo; un simpático y pintoresco catalán que enseñaba castellano y a quien todos llamaban, no sabemos por qué, Mr. Frigola; M. Cañet como profesor de gimnasia; y Juan Bautista Hazebrouck, de nacionalidad belga, que dictaba francés, matemáticas y otras materias.
El emprendimiento de la familia Newell no tenía precedentes en Rosario. La escuela de Newell se transformó en la primera de carácter multirracial, multicultural y abierta a todas las religiones que tuvo la ciudad. Además, fue el primer colegio no católico que ofreció un internado para los niños en Rosario.
También en 1884, Isaac Newell volvió a su Inglaterra natal y desde allí trajo a Rosario la primera pelota de cuero y el primer reglamento oficial de fútbol aprobado por la International Board dos años antes, en 1882, en Londres.
Pionero de la educación física en las escuelas, en el colegio que él fundó, enseñanza y práctica del fútbol reglamentado se dieron la mano por primera vez en la Argentina.
De ese modo se cumplió en Rosario la máxima que Domingo Faustino Sarmiento le dio al profesor escocés Alejandro Watson Hutton, pionero del fútbol en Buenos Aires y del mítico club Alumni, cuando éste le habló de las bondades del balompié: ?Enseñe, amigo, enseñe. ¡Aunque sea a las patadas pero enseñe!?.
El entusiasmo de todos los alumnos de Newell por la pelota obligó a que se adquiriera un terreno lindero al edificio escolar donde poder jugar al fútbol ?en serio? en canchas con las dimensiones reglamentarias. Se trató del primer campo de deportes que tuvo un colegio rosarino y se lo llamó ?Newell?s School?.
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La primera estrella. El equipazo de Newell's que alcanzó la gloria en el Metropolitano del 74.
Luego, los profesores de la escuela de Newell llevaron la novedad del fútbol al colegio de los talleres ferroviarios y al Central Argentine Railway Athletic Club, club fundado en la zona norte de la ciudad por el personal jerárquico inglés del Ferrocarril donde se jugaba al cricket.
El colegio de la familia Newell era para varones y además de la enseñanza primaria se impartía la comercial de nivel secundario. El inglés representaba una materia importante, en uno y otro ciclo.
En sus aulas se formaron, entre otros, hombres de la talla del radical Elpidio González (quien llegó a ser vicepresidente de la Nación entre 1922 y 1928) y del senador electo Enzo Bordabehere (asesinado en el recinto del Senado de la Nación en 1935, durante un tiroteo a su correligionario e ilustre leproso Lisandro de la Torre).
Una vez producida la fundación del club Newell?s Old Boys, vinieron las sucesivas canchas de la institución (primero en Avellaneda y Humberto Primo y luego en Barrio Vila) hasta el desembarco definitivo, en 1911, en el Parque de la Independencia, un sitio emblemático de Rosario, indisolublemente identificado con la Lepra.
Precisamente allí, en un desbordante Coloso del Parque Marcelo Alberto Bielsa, la inigualable hinchada leprosa, la más popular de la Argentina, rugió anoche a puro aliento, viviendo apasionadamente y de la mejor manera la celebración del cumpleaños número 107 de su amado club: compitiendo por los cuartos de final de la Copa Sudamericana.
Con el orgullo renovado de pertenecer al club más grande y glorioso del interior del país.
Apasionados por ser hinchas del único representante de Rosario en primera división, por seguir peleando con garra y jerarquía campeonatos locales y copas internacionales. E ilusionados con alcanzar una nueva estrella para el firmamento leproso, la séptima.
