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No fue la goleada del Bayern en el Weserstadion (0-7) una de esas actuaciones redondas, donde por juego, por dominio colectivo, por armonía grupal te impones y llegas una y otra vez a la portería rival. No se puede decir que el equipo bávaro no jugara bien (decirlo con un cero a siete sería una osadía), pero, de un lado la debilidad del rival y del otro lado la pegada y determinación de sus hombres de arriba (especialmente un Ribéry que juega como si todavía no se hubiera votado el Balón de Oro y quisiera arañar los últimos votos) pusieron mucho de su parte para que el resultado fuera tan abultado. De hecho, en el minuto 35 y con 0-2, una estadística confirmaba mi impresión: el Werder había llegado 3 veces a puerta por dos, tremendamente efectivas, del equipo de Guardiola. En la segunda parte, con un Bremen abatido, el Bayen jugó mucho mejor.
Pep, con las bajas de Schweinsteiger, Lahm y Robben, sorprendió dejando en el banquillo a Javi Martínez y a Boateng y apostando por algo parecido a un 4-3-3 donde Thiago era el mediocentro y Götze, que el miércoles en Copa había jugado de extremo izquierdo, era una suerte de interior derecho con alma de mediapunta. La presión de los de Dutt, tan frenética como desordenada, impidió que se viera una primera parte de control, de ataque estático y de Bayern guardiolesco. Pudo incluso ponerse por delante el equipo hanseático con 0-0, pero no estuvieron acertados en la definición. A los 20 minutos, una jugada de desborde de Ribéry y pocos minutos después, un cabezazo de van Buyten, encarrilaron el partido. Pero Guardiola seguro que no estaba del todo satisfecho con lo que estaba viendo.
Fue en la segunda parte, con Thiago en un papel más adelantado, interviniendo más arriba, un Götze más móvil y un Ribéry más participativo, cuando se vio la mejor versión del equipo bávaro. Se juntaban por el centro, Alaba y Müller aparecían por las bandas como cuchillos y los interiores llegaban desde segunda línea, lo que provocó una enorme superioridad muniquesa ante un Bremen que había bajado los brazos. No sólo lo controlaba con dominio, sino que casi no le llegaban. Sin Robben, el que convertía ese dominio en determinación y gol era el extremo francés. Dos asistencias y dos goles de un Ribéry que ha vuelto de la lesión tan bien como se marchó.
Este 0-7 es el segundo que le hace Guardiola a Dutt, tras el que hizo con el Barça en Champions cuando él entrenaba en Leverkusen. Un Leverkusen que, tras su duelo ante el BVB de hoy, es el único que le mantiene el ritmo a este Bayern de récord. Matemáticamente líderes de la primera vuelta, en cuartos de la DFB Pokal y clasificados como primeros para los octavos de Champions, el objetivo de Pep Guardiola tiene que ser ahora ganar el primer Mundialito de clubes de la historia del FC Bayern.