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Porque la F1 es más que un deporte

Formula 1 China 2011 (2)

Gran Premio de F1. Imagen subida por: calcuto12

Han pasado ya 3 días desde que vi una imagen que aún sigue dando vueltas por mi cabeza. Una imagen que me produce temor y dolor cada vez que la recuerdo y una imagen que, seguro, voy a tardar mucho tiempo en olvidar.

Esa imagen no es otra que el Marussia de Jules Bianchi completamente destrozado y despedazado tras impactar contra una grúa a más de 170 km/h. Una grúa que, sin embargo, estaba cumpliendo una función de seguridad retirando un coche que ya estaba fuera de combate. Pero una grúa que, de todas formas, nunca debió salir.

Eran aproximadamente las 10 de la mañana y yo acudía a mi cita fiel con Antena 3 y la Fórmula 1. La carrera estaba desarrollándose en pésimas condiciones de lluvia y Sutil se salió de pista en la curva Dunlop (la número 7). En ese momento, Bianchi rodaba justo por delante del piloto alemán. Por tanto, en la repetición del accidente de Sutil, pudimos ver cómo el piloto francés pasaba por la curva que, una vuelta más tarde, iba a marcar su vida para siempre.

La carrera se detuvo y el coche médico salió a la pista. Pero en ese momento, sólo un pequeño grupo de aficionados sabía lo que había ocurrido realmente. El coche médico no iba a atender a Sutil. Bianchi estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.

El pánico entró en mi cuerpo cuando me enteré de que Jules había colisionado con una grúa. Fue una de las mañanas más largas de mi vida. No paré de pulsar el F5 mientras buscaba en Marca.com una noticia consoladora. Pero la noticia no llegaba.

En ese momento quise acabar con todo. Quise prometerme a mí mismo que ese GP de Japón sería la última carrera de F1 que vería en mi vida. Entré en Twitter con el objetivo de despejar la mente y olvidar todo lo ocurrido. Pero todos hablaban de lo mismo: Bianchi, Marussia, grúa, accidente y hospital. 


Y para rematar la situación, el lunes vi ante mis ojos la grabación de un aficionado que mostraba el impacto de Jules, que logró levantar del suelo una grúa de 5 toneladas. No daba crédito a lo que estaba viendo. Quise borrar la F1 de mi vida.

Pero no podía. Lo intentaba pero no era capaz. No podía parar de pensar en los mejores momentos de la temporada, entre los que se encontraba aquella memorable carrera de Jules en Mónaco donde consiguió los únicos puntos en la historia de Marussia. Recordaba el largo GP de Silverstone, el emocionante GP de Hungría, el apretado GP de Bahréin...

En ese momento, me di cuenta de que amo la F1. La amo con todo lo profundo de mi corazón. Llevo viéndola desde que tenía 4 años. Madrugo y trasnocho para verla; no me importa el día, la hora o el país en el que se corra. No escucho a aquellos que dicen 'sólo son 22 coches dando vueltas durante 2 horas'. Esos no comprenden la belleza de la F1. Este domingo estaré sentado delante del televisor viendo el debut de Rusia en la F1 y prometo que, pase lo que pase, seré fiel a este deporte tan bello y exigente que me enamora y me tiene loco.

Con todo esto sólo me queda decir: #ForzaJules y ¡Viva la F1!

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