OPINIÓN | ¿En qué momento olvidamos que al fútbol se juega en el campo?

Cada sábado y domingo (aunque ahora unos señores han decidido que sea también algunos viernes y hasta lunes), miles de personas se despiertan con un cosquilleo en el estómago. Saben que en unas horas, su equipo saltará al césped de su estadio, y saben que ellos estarán en la grada para animarlo. Lo viven, lo sienten, lo disfrutan. Les encanta.

Desde hace alrededor de un mes, a un grupo importante de aficionados de un histórico club español les han robado ese sentimiento. Les han robado su pasión, les han robado su fútbol, les han robado a su equipo. Les han quitado la ilusión. Los han humillado, los han echado a un lado, los han engañado. Nadie ha contado con ellos. Nadie ha pensado en ellos. Y es que, ¿en qué momento olvidamos que al fútbol se juega en el campo?

Desde hace ya muchos años, el dinero mueve el mundo. Lo mueve todo y el fútbol no puede ser menos. Y es por eso que es necesario cerrar un buen control económico para que los equipos puedan hacer frente a sus gastos y, por tanto, seguir generando espectáculo y haciendo afición. Es algo que va de la mano. El control económico tiene que conseguir que los clubes sean estables, viables, y lo tiene que hacer para que los aficionados puedan seguir disfrutando de lo que más les gusta. El fútbol es uno de los motores más importantes de este país. Es capaz de seguir atrayendo gente en estos momentos. Gente que olvida por 90 minutos su, posiblemente, difícil situación personal para vibrar con su equipo. Gente que está harta de hablar de dinero, de escuchar cada día en los informativos cómo va la crisis, de sufrir en sus propias carnes las contrariedades con las que tristemente deben lidiar cada día en su vida. Van al fútbol a olvidar, a disfrutar? y también les atormentan con el dinero. ¿En qué momento olvidamos que al fútbol se juega en el campo?

Estoy a favor de un control económico que ayude a los equipos del deporte más seguido del mundo a seguir viviendo, a ser viables y justos. No estoy a favor de un control económico solo para unos pocos, en los que prevalezcan otros tipos de intereses que no sean exclusivamente los que ayuden a los clubes a seguir compitiendo deportivamente por su afición. No estoy a favor de un control económico en el que los futbolistas, los principales actores de este deporte, no tengan ni voz ni voto. No estoy a favor de los clubes que no pagan lo acordado, que engañan a sus jugadores y a sus aficionados. No estoy a favor de toda esa gente que está matando el fútbol. La esencia del fútbol. Porque, ¿en qué momento olvidamos que al fútbol se juega en el campo?

Cuando dejamos de hablar de quién marca más goles, de quién tiene más puntos, de quién ha jugado mejor o peor, y de quien asciende o desciende en el terreno de juego al final de la temporada, algo está fallando. Algo está fallando porque cuando nos enfrentamos en el terreno deportivo, todos tenemos claro que podemos ganar o perder, todos sabemos cuáles son los valores del deporte que debemos fomentar, todos sufrimos y lloramos de alegría o de pena con nuestro equipo. Sin embargo, cuando sobrepasamos esa barrera y saltamos del terreno deportivo al administrativo, al que se escapa lejos del balón y de la portería para decidir el futuro de un club, algo está fallando. Algo falla porque unos señores vestidos de traje juegan con la ilusión de mucha gente y no se quieren dar cuenta. Les hablan en términos que no conocen, de leyes y de ratios que nunca han escuchado. Y se escudan en el dinero. Y en el dichoso control económico. Y dejan morir a los clubes. Y dejan que con ellos muera también una parte del alma de cada aficionado al fútbol. ¿Por qué nadie piensa en ellos? ¿En qué momento olvidamos que al fútbol se juega en el campo?