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Hubo un tiempo en el que las mujeres eran las reinas del deporte en A Coruña. Comenzaba la década de los 80. El Deportivo vivía sus años más oscuros en Segunda, en la que batalló hasta el ascenso de la temporada 1990-1991, y Lendoiro, por aquel entonces, lejos de la presidencia blanquiazul, lideraba desde los despachos a un joven equipo de hockey sobre patines que pronto se convertiría en leyenda, el Liceo.
En medio de este vacío de éxito apareció el Karbo, más tarde llamado Karbo Deportivo, tras comenzar a formar parte del equipo coruñés.
Un equipo que nunca se dejó vencer, que siguió adelante a pesar de todas los contratiempos y que llevó a la fama mundial a sus componentes, quienes dejaron claro que el fútbol no era solo cosa de hombres.
Entre sus filas se albergaron jugadoras con gran maestría, como Inma, capitana de la selección que, a los 25 años, fue considerada una de las mejores jugadoras del mundo, siendo pretendida por varios clubes internacionales como el Royan francés; Lis Franco, hija de Rafael Franco, que llevó al Deportivo de los años 50 al subcampeonato liguero; Rory, Encarna y Ana.
En el 83, se creó el Campeonato de España de fútbol femenino y el Karbo arrolló a sus rivales sin piedad alguna. Sus partidos se contaban por goleadas y durante tres años consecutivos lideraron de manera casi invicta el fútbol femenino del país. Incluso se atrevieron a jugar contra los hombres del Laracha FC (4-2).
Pero los problemas que volaban alrededor del fútbol femenino también lo hacían sobre el Karbo. Las jugadoras, a diferencia de sus colegas masculinos, no cobraban sueldos millonarios, jugaban por amor al deporte, ya que eran amateurs y la gran mayoría de ellas compaginaban sus estudios con los éxitos deportivos. Hacían los entrenos junto a la rocosa y bravía península de la Torre de Hércules, al final del barrio de Monte Alto. Si jugaba en Riazor tendría que ser por la mañana y con unas gradas semivacías o con alguien que se mofara de ellas.
A estos problemas se les unió el económico. Silenciado por los medios de comunicación, el Karbo desapareció dejando llevando consigo al olvido a uno de los más grandes equipos deportivos que vieron los españoles.