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San Mamés encumbró a Iturraspe.

Los hinchas napolitanos ya conocen San Mamés y todo apunta a que este va a ser un año en el que muchos aficionados europeos descubran la influencia de un estadio que quizá para una generación será desconocido. San Mamés como concepto que decide eliminatorias, mucho más que como un campo de fútbol: aquellos quince minutos iniciales de intensidad infernal que provoca su afición, el clima inherente de épica y trascendencia cuando el partido es de entidad, el salvaje sostén anímico cuando hace falta una remontada... Ayer Rafa Benítez, que conoce bien lo que significa el feudo bilbaíno, intentó protegerse y anticiparse al factor campo vasco, pero San Mamés acabó encumbrando la actuación de un equipazo que merecía medirse en la máxima competición internacional. 16 años después, el Athletic Club podrá recordar al mundo que tiene algo que es único y especial.

Y es que por muy minucioso que se quiera ser en el análisis futbolístico, por mucho que uno se quiera aislar de cuestiones ajenas al más puro sentido del juego, no puede abstraerse de un factor que marca eliminatorias como esta de competición europea. No se entiende si no que un equipo que pretende ser protagonista, que necesita marcar para clasificarse y que tiene a jugadores como Higuaín, Mertens, Callejón o Hamsik plantee un encuentro de la forma en la que lo hizo: Benítez conocía la salida en tromba inicial del conjunto vasco y quiso blindarse. Se echó atrás, plantó un 4-4-2 claro de bloque muy bajo y esperó aguantar el chaparrón y buscar algún contraataque hasta que las circunstancias cambiaran. El Athletic Club, sabedor de que los minutos corrían a su favor, jugó la primera parte con bastante madurez. No llegó demasiado al área de Rafael, pero controló el encuentro y apenas permitió que el Nápoles pudiera salir a la contra pese a estar bastante expuesto. Algo más de pausa y ataques posicionales más lentos en vez de frenetismo quizá hubiera servido para dominar con más autoridad, pero al fin y al cabo ese nervio forma parte del ADN vizcaíno y deshacerse por completo de él no parece muy sencillo. Fue un primer tiempo competido, sin demasiadas ocasiones y con ambos equipos protegiéndose, un guión típico de eliminatoria de Copa de Europa.

En la segunda parte sí cambió la película. El Nápoles no podía esperar más tiempo y dio ese paso adelante: tenía que mandar con el balón si quería marcar ese gol y para ello dispuso a varios hombres por delante del balón. Nada más salir de vestuarios se percibió ese cambio de intenciones: en una jugada de ataque posicional largo y no sin cierta fortuna, a Hamsik le cayó un balón en la frontal de área y adelantó al equipo napolitano. De un jugador como él se espera que decida este tipo de partidos y el eslovaco hizo acto de presencia. Para el Athletic Club era un golpe anímico durísimo: casi no había pisado el campo y su sueño de volver a la Champions League 16 años después amenazaba con desvanecerse, pese a haber hecho una más que correcta primera parte. Además enfrente estaba Rafa Benítez, un hueso duro de roer para levantar un resultado en contra. La verdadera entidad del conjunto vasco, a examen.

Era el momento de que el Athletic Club demostrase de qué pasta está hecho, si de verdad es un equipo maduro como para jugar con los mejores de cada país y, sobre todo, era el momento de que aparecieran los grandes jugadores. Lo hicieron muchos, pero el que cogió el encuentro del cuello y lo llevó a dónde quería fue uno solo: Ander Iturraspe. La exhibición que dio en un escenario tan complejo como el de ayer le confirma como uno de los mejores mediocentros del continente. Tras el anuncio ese mismo día de que Xabi Alonso se retira de la selección española, algo muy raro tiene que pasar para que Itu no sea una pieza habitual de la Roja en su futuro más próximo.

Y es que, con razón, se achacarán los clamorosos errores defensivos napolitanos al resultado del encuentro, pero lo que hay que preguntarse es por qué se dio pie a que estos sucedieran. Y lo que lo hizo fue una respuesta contundente del equipo vizcaíno al resultado en contra que enclaustró a un equipo que, valga la redundancia, es italiano, tiene franca experiencia internacional, conoce perfectamente las vicisitudes de estos escenarios y además está entrenado por un perro viejo como es Benítez. El Athletic fue hasta la meta de Rafael para que las flaquezas napolitanas aparecieran. 'La suerte le pilló trabajando.'

Pareció claro que Ernesto Valverde había tenido muy en cuenta la posibilidad de que se diera este escenario (recibir un gol) a la hora de trabajar el encuentro, ya que la respuesta del Athletic Club fue muy definida. Presión arriba con muchísima intensidad (descomunal Mikel Rico en este aspecto), se soltaron ambos laterales y se buscó poner a Iturraspe de cara y que tuviera muchas opciones por delante para tratar de ganar la espalda de los mediocentros del equipo italiano, para romper esas dos líneas de cuatro tan marcadas y que aparecieran los espacios. Entre un finísimo Laporte y el 8 de los locales dirigían con personalidad el ataque posicional bilbaíno , encontraban a los jugadores más alejados del balón y ahí la superioridad numérica vasca descolocó al Nápoles, que aún así tuvo un par de vertiginosas contras que pudieron sentenciar. Iturraspe mandó, ordenó e impuso su juego, pero también sobresalieron el temple de Muniain cerca del área y el dinamismo de un Aduriz que luego estaría finísimo en la definición.

La pierna diestra de Ibai Gómez era un argumento demasiado decisivo como para no gastarlo y el de Santutxtu entró por Beñat, lo que provocó que Muniain se fuera a la mediapunta y él a la banda izquierda. Ya llevaba minutos el Athletic Club amenazando la meta de Rafael, pero fue tras su entrada cuando se produjeron los goles, en errores defensivos napolitanos impropios de un equipo con tanta experiencia. Aduriz recibió solo en un córner para hacer el 1-0, Albiol y Rafael no se entendieron en un balón largo y el ex del Valencia se aprovechó otra vez, e Ibai Gómez haría el tercero tras un fallo clamoroso de la zaga napolitana tirando el fuera de juego. La entrada del debutante Unai López en el momento que sucedió (con la eliminatoria igualada) y su actuación (dio la preciosa asistencia del 3-1) fueron el paradigma perfecto de por qué es una buena noticia que esta institución alcance por fin la Champions League.

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