Roma disfruta de la mejor versión de Gervinho.

La Roma puso punto y final a su racha de cuatro jornadas sin vencer. No perdió, pero tampoco ganó ningún partido en el último mes. Esa serie de cuatro empates consecutivos de la Roma unida a los siete triunfos seguidos de la Juve, convertía el de este domingo en un compromiso clave para la entidad capitalina. Era vencer o empezar a descolgarse del liderato y del fortísimo ritmo que está imponiendo la Vecchia Signora.

El pequeño bache de resultados del equipo entrenado por Rudi Garcia había coincidido -y no creo que sea casualidad- con la baja por lesión de Francesco Totti, cuyo nombre marcaba la previa del partido. Se barruntaba la posibilidad de que el capitán, que se lesionó el pasado 18 de octubre, reapareciese ante la Fiorentina. Entró en la convocatoria, pero no así en el once inicial. Finalmente no disputó ni un solo minuto, por lo que su regreso puede producirse en el Milan-Roma de la próxima jornada.

Por tanto, Rudi Garcia volvía a dibujar un esquema sin delantero centro, en el que Gervinho, Florenzi y Ljajic formaban el tridente ofensivo. El serbio, que se medía a su ex equipo, ejerció de falso '9' durante muchos minutos, pero volvió a decepcionar, lo cual viene siendo una constante desde hace bastantes semanas. Desde el mes de septiembre, para ser exactos.

La Fiorentina cuenta ahora mismo con tres baluartes en su engranaje ofensivo: Giuseppe Rossi, Borja Valero y Juan Cuadrado. Tres futbolistas de características muy distintas y los tres fundamentales en el conjunto de Vincenzo Montella. De estos tres, únicamente el colombiano rindió a un nivel cercano al habitual, mientras que Valero no tuvo su mejor día y Rossi, máximo goleador de la Serie A, intervino muy poco en el partido.

Ni Totti, ni De Rossi, ni Pjanic, ni Valero, ni Cuadrado, ni Rossi. El protagonista inequívoco del encuentro fue el dorsal número 27 de la Roma: Gervinho. El marfileño, que ya había firmado alguna actuación más que notable esta temporada (en el Giuseppe Meazza, sin ir más lejos), jugó su mejor partido, como mínimo, desde que vivía en Lille. Partiendo desde la banda izquierda, pero apareciendo en cualquier posición de ataque. Él dio las dos asistencias de gol, suyo fue medio gol en la jugada del 1-0 y otro tanto en la acción del 2-1. Está con confianza, con la velocidad de siempre y con un acierto técnico en espacios reducidos que le convierte en un futbolista muy difícil de defender, especialmente cuando se mide a zagueros que no destacan por su agilidad y rapidez, como pueden ser Gonzalo Rodríguez y Tomovic.

La Fiorentina sufrió la mejor versión de Gervinho. La ciudad de Roma, mientras, la disfruta. Hoy la afición giallorossa celebra la actuación de Gervinho, que permite olvidar, al menos por un rato, otro de los detalles significativos del partido: la expulsión de Miralem Pjanic. Que Pjanic se pierda por sanción el duelo contra el Milan es una mala noticia para el equipo que ahora mismo persigue a la Juventus en la pelea por el Scudetto.

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