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La leyenda de Moti, el defensa que paró dos penaltis.

Cosmin Moti, defensa central del Ludogorets que paró dos penaltis, permitiendo el pase a fase de grupos de la Champions a su equipo.

Cosmin Moti.

Cosas de la vida, las paradas del héroe de la noche, Moti, se han cantado en Bucarest, la casa del rival derrotado. Cosmin Moti jugó en el Dinamo de Bucarest, el eterno rival del Steaua. Así que la hinchada del Dinamo ha cantando las dos paradas con las que este central ha eliminado al campeón rumano. Moti, formado en la Universitatea de Craiova, militó en el Dinamo del 2005 al 2012, jugando decenas de derbis contra el Steaua. Después de una cesión al Siena que no funcionó, en 2012 se dejó seducir por el sueldo del Ludogorets.

Cosas de la vida, en las proximidades del estadio escenario de esta curiosa tanda de penaltis, no todos han cantado las paradas de Moti. El Ludogorets ha metido al fútbol búlgaro en la fase de grupos por primera vez desde la presencia del Levski en la Champions 2006/07. Pero los hinchas del Levski, el CSKA o los grandes Plovdiv no dejan de ver en el Ludogorets un engendro, un nuevo rico, un club con pasta y sin alma. Fundado el 2001, gracias al dinero de Kiril Domuschiev ficha brasileños, africanos o españoles como Dani Abalo. Así ha ganado tres ligas y dos copas en las dos últimas temporadas. Aunque de momento sigue sin un estadio digno para jugar en Europa. Así que el partido se ha jugado en el estadio Vasil Levski de Sofía, el escenario de los partidos europeos del Levski. En su Sofía, los hinchas del CSKA y el Levski han constatado que el nuevo gigante del fútbol búlgaro es el Ludogorets.

Ha sido una eliminatoria profundamente cruel con el Steaua. El Steaua también tiene dinero y un presidente que paga sueldos, el polémico Gigi Becali, pero tiene hinchada y tradición. Después de ganar la ida 1-0, aguantó firme en defensa casi todo el partido. Hasta que Wanderson metió un golazo, de volea, en el último minuto y forzó la prórroga.

El Steaua salió con la cabeza alta al césped del estadio. Pese a la lesión a los cinco minutos de Cristian T?nase, los de Constantin Galca quisieron jugar como un grande, con Sanmartean rompiendo por la banda y Keseru desperdiciando dos ocasiones claras que podrían haber cambiado la historia de este duelo balcánico. Al Ludogorets le costó entrar en calor, aunque antes del descanso el portero Arlauskis sacó dos balones que parecían destinados a ser gol.

En la segunda parte el conjunto rumano golpeó de nuevo. Lukasz Szuka?a gozó de la mejor ocasión para ellos, que poco a poco se fueron concentrando en la defensa, conscientes de que aguantando el empate sin goles se meterían en el bombo. En los locales entraron Younes Hamza y el español Dani Abalo, que animaron las cosas, gozando de dos ocasiones claras que no acabaron en gol. La apuesta le salió al Steaua hasta el minuto 90, cuando Wanderson, el tercer hombre que había entrado en la segunda parte, pescó un balón en la frontal y empaló una volea que se metió, como un mísil, en la portería. Un golazo que abría la puerta de la prórroga. Galca, desesperado, maldecía su suerte.

En la prórroga, Moti buscó el gol con un testarazo, como si calentara motores, pues el destino le tenía listo el disfraz de héroe. A falta de tres minutos para los penaltis, el guardameta local Stoyanov se llevó por delante a Fernando Varela y se fue expulsado. Con los tres cambios gastados, el entrenador Georgi Dermendzhiev se desesperó. Miró al cielo. Y de repente, su central, Cosmin Moti, pidió los guantes y se puso la camiseta de Cvorovic, el portero suplente.

El resto ya forma parte de la historia del torneo. El Ludogorets tiró primero, y fue Moti quien asumió el riesgo, con su camiseta de portero, y no falló. Luego le paró el segundo penalti a Parvulescu, justo después del error de Wanderson. Con 4-4 después de los primeros cinco penaltis llegó la muerte súbita. Y aquí Moti se ganó el cielo, parando un penalti a Rapa en que se adelantó como mínimo dos metros. Atajó el balón sin estilo, aunque le importó poco. Lo chutó y de forma enloquecida se dirigió a la grada. Se colgó de la valla, se abrazó con compañeros e hinchas. Y todo, con una camiseta sin su nombre. Debajo de la zamarra con el nombre de Cvorovic, el de Moti se ganaba su sitio en los anales del torneo: el defensa central rumano que marcó un penalti, paró dos y eliminó así al campeón de su tierra.

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