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Los cambios de Mel en su debut le dan un punto al West Bromwich.

Pepe Mel y Anelka.

Pepe Mel quita a Anelka del campo.

Le dejó a la gente en The Hawthorns el debut de Pepe Mel un regusto satisfactorio pese a no haber sido un triunfo. Porque siempre sienta mejor empatar un partido que perdías que empatar uno que ganabas. Y porque, además, ese empate (1-1) fue fruto de una mejoría evidente en el juego del West Brom durante el segundo tiempo. Consiguieron los baggies meter atrás al Everton durante casi toda la segunda parte. Le quitaron la pelota. Le obligaron a jugar a algo en lo que se siente muy incómodo.

Mel sorprendió con su primer once, en el que dejó fuera al congoleño Youssouf Mulumbu -titular en diecinueve de los veinte partidos de Premier en los que había estado disponible esta temporada-. Su pareja de medios centros con el argentino Claudio Yacob era una de las señas de identidad del West Brom de Steve Clarke: un equipo poco espectacular pero contra el que se atascaban a menudo los grandes de Inglaterra. El entrenador madrileño prefirió darle una vocación más creativa al centro del campo y ubicó a Morrison -que puede jugar en la banda o en el medio- junto a Yacob. Con este movimiento pudo utilizar a dos hombres abiertos a los costados y a dos puntas. Uno de ellos, Matej Vydra (checo, 20 años), fue la otra gran sorpresa de la alineación. Pese a sus 20 goles con el Watford la temporada pasada en la Championship, en el West Brom sólo había sido titular una vez en toda la liga.

La estrategia no le salió bien a Mel, ya que al West Brom le faltó la capacidad de morder que suele tener con Mulumbu. Barry jugó demasiado cómodo en el primer tiempo y el equipo de Martínez dominó el partido. Se adelantó, además, en la jugada que buscaba: balón a Lukaku para que lo peine y entre como un rayo Mirallas desde segunda línea. Habitualmente extremo, el belga ex del Olympiacos actuó esta vez por detrás del punta.

Todo cambió tras el descanso. Mel dejó en el banquillo a Vydra y apostó por Anichebe, especialmente motivado tras haber sido vendido el pasado verano por el Everton, el club en el que se formó. Su presencia física y sus movimientos dieron muchos más problemas a la pareja Jagielka-Distin y por ahí empezó ya a dibujarse un guión diferente. Sin embargo, la sustitución que provocó que la tendencia del juego se transformara de manera radical fue el ingreso de Mulumbu. El congoleño presionó arriba, cortó la salida de balón del Everton y consiguió que el cuadro de Roberto Martínez pareciera vulgar en un segundo tiempo en el que tuvo muy poco la pelota. Morrison pasó a jugar en la banda derecha, retirándose Gera.

El gol se veía venir y acabó llegando. Fue tras un centro precisamente de Morrison desde el costado. En realidad, fue una concesión muy generosa de McCarthy y Baines. Dos hombres defendiendo al centrocampista del West Brom y ninguno capaz de evitar que sacara un centro medido y potente que Lugano remató con contundencia. El 1-1 era lo mínimo que merecía el equipo de Mel tras su excelente segunda parte, y el Everton sólo despertó después del mazazo. Demasiado tarde para ganar.

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